Arriba se sabe muy bien que el ejercicio del poder es más efectivo cuando el dominado está de acuerdo en serlo, por lo tanto, los poderosos dedican una buena parte de sus recursos en lograr la plena identificación de los gobernados con los objetivos del soberano. En este caso, políticos y medios de comunicación buscan por igual (y en buena medida consiguen) que la gente se sienta identificada con la defensa de los intereses económicos de un puñado de empresas italianas, cuyas millonarias ganancias están en riesgo frente a la actual coyuntura. Para alguien que proviene de, digámoslo así, otro contexto de sometimiento mediático, no deja de llamar la atención la manera en que se perciben los efectos del discurso dominante en las calles de un país considerado de primer mundo, es decir, la forma en que la gente de a pie (obreros, empleados, amas de casa, profesores universitarios, etc.), reproduce y hace suyo el debate que protagoniza en estos momentos la clase política italiana con respecto a la guerra en Libia.
En el mejor de los casos se trata de ignoracia bien intencionada, una especie de paternalismo crítico que no pone en tela de juicio la intervención militar en sí, sino sus formas y sus tiempos, es decir que la consideran necesaria para ayudar a Libia a alcanzar la "democracia", pero que por eso mismo debería prevalecer el humanitarismo y no el interés económico de alguna de las potencias interventoras. Por el otro lado están quienes, haciendo suyo el discurso neocolonialista de la derecha en el poder, aseguran sin tapujos que "mientras Inglaterra se queda con el gas y Francia con el petróleo, Italia se queda con la molestia de los migrantes". Al final, tratando de discutir con las más variadas opiniones sobre este punto, te das cuenta de la fuerza que pueden llegar a tener las formas modernas de sometimiento que se construyen sobre bases culturales, en particular las derivadas de aquella interpretación (no siempre explícita) de la división del mundo en desarrollo y subdesarrollo, Primer y Tercer Mundo, Civilización y Barbarie, etc.
Mientras tanto el pleito de las potencias continúa sin que ninguna de ellas repare en el despropósito de ventilar a cada minuto las antiguas diferencias. Digamos que la imagen de ese concierto de "países civilizados" asemeja cada vez más una batalla de buitres por la botín del otrora cómodo dictador. Así, entre golpes de tenedor y eructos mal disimulados, Inglaterra reconoció que desde hace tiempo manda “asesores” para “ayudar” a los rebeldes líbicos; Francia, ruborizada ante el albazo de la pérfida Albión, declaró que ya hace tiempo hacen lo propio...e ¿Italia? Tratando disimular la flatulenta indigestión de una vida política convulsionada por los escándalos de Silvio Berlusconi, Italia sostiene que lo suyo es mandar miitares a entrenar a los rebeldes, o sea que nada de “asesoría”, sino más bien un salto hacia adelanto (y al abismo) que deja atrás el histórico amor profesado por el Premier al dictador líbico.
Posdata: ¡Ah!, por cierto, como sugieren los viejos manuales, luego de cumplir fielmente con su papel durante décadas, el gobierno de Estados Unidos busca ahora un hogar para el viejo Kedafi, habrá que ver que alma caritativa se avienta el papelazo. En todo caso puede ser que los gringos se animen, digo, si acaban de exonerar al terrorista cubano Luis Posada Carriles...
Saludos Troll, ¿cómo andas por allá?, me imagino que no paras de comer lasaña no? bueno, ¿en qué parte de Italia andas?? te deseo suerte en tus andanzas.
ResponderEliminarTroll del Mediterráneo que comparte sus ideas, no te va bien el bigote.
ResponderEliminarUn abrazo.
Que tranza Ernesto... pues la neta si, los carbohidratos y el alcohol ya empiezan a hacer estragos en mi aspecto. Pero bueno, asi las cosas. Te mando un saludo, esta vez desde Roma.
ResponderEliminarBuenos vientos